La pequeña rubia de los ojos claros
(por Alimar)

La pequeña rubia de los ojos claros
llora sin consuelo en su amada colina;
pues ese destino, de caprichos raros,
ha clavado en su alma la más cruel espina.
Y es que aunque nos duela que la vida siga
cuando el sufrimiento está en nuestro destino.
¿Cómo superar que tu mejor amiga
quiera que tú sigas por otro camino?
En el largo y viejo camino empolvado
todo está desierto…por él nadie pasa.
Y ningún viajero ya le ha transitado…
Nadie le ha traído un cariño a casa.
De pronto una imagen, hermosa y risueña,
hace que levante los ojos del suelo.
-¿Qué es lo que te ocurre, hermosa pequeña?
¿Cómo puedo darte un poco de consuelo?
Su presencia brinda de encanto raudales.
Llevando a sus labios una cornamusa,
Y entre las más bellas notas musicales
la pequeña rubia se convierte en musa.
El tiempo le trajo cosas muy hermosas:
Un amor muy dulce le brindó la suerte
y ella fue feliz rodeada de rosas.
Pero al ser amado le quitó la muerte.
Compensó el destino tan terrible fallo
con un amor fuerte, fiero y elegante:
El bravo guerrero que llegó a caballo
Siempre apasionado, siempre tan amante.
Pero aún ese amor, tan loco y vehemente,
tan lleno de dicha, de fuego y fervor
tuvo que marcharse, herido y sufriente,
a cumplir con otra deberes de honor.
Y con pesadumbre él emprendió el vuelo
dejando a la rubia triste y abatida.
¡Levantó los ojos, implorando al cielo
el justo derecho de rehacer su vida!
Su mejor amigo le brindó su abrazo
y ella le miró con ojos diferentes;
se sintió dichosa y corrió a sus brazos
y sintió sobre ella su mirada ardiente.
La doncella rubia de los ojos claros
despidió de su alma la angustia y tristeza.
¡Cómo es el destino! ¡Qué caminos raros!
Aquï está mi príncipe y soy su princesa!
¿Aquel de las rosas y el bravo guerrero?
Son gratos recuerdos. Pero el trovador,
el príncipe dulce, ¡El que fue el primero!
Es en realidad el verdadero amor.
 

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