La pequeña rubia de los
ojos claros
llora sin consuelo en su amada
colina;
pues ese destino, de caprichos
raros,
ha clavado en su alma la más
cruel espina.
Y es que aunque nos duela que
la vida siga
cuando el sufrimiento está
en nuestro destino.
¿Cómo superar que
tu mejor amiga
quiera que tú sigas por
otro camino?
En el largo y viejo camino empolvado
todo está desierto…por
él nadie pasa.
Y ningún viajero ya le
ha transitado…
Nadie le ha traído un
cariño a casa.
De pronto una imagen, hermosa
y risueña,
hace que levante los ojos del
suelo.
-¿Qué es lo que
te ocurre, hermosa pequeña?
¿Cómo puedo darte
un poco de consuelo?
Su presencia brinda de encanto
raudales.
Llevando a sus labios una cornamusa,
Y entre las más bellas
notas musicales
la pequeña rubia se convierte
en musa.
El tiempo le trajo cosas muy
hermosas:
Un amor muy dulce le brindó
la suerte
y ella fue feliz rodeada de rosas.
Pero al ser amado le quitó
la muerte.
Compensó el destino tan
terrible fallo
con un amor fuerte, fiero y elegante:
El bravo guerrero que llegó
a caballo
Siempre apasionado, siempre tan
amante.
Pero aún ese amor, tan
loco y vehemente,
tan lleno de dicha, de fuego
y fervor
tuvo que marcharse, herido y
sufriente,
a cumplir con otra deberes de
honor.
Y con pesadumbre él emprendió
el vuelo
dejando a la rubia triste y abatida.
¡Levantó los ojos,
implorando al cielo
el justo derecho de rehacer su
vida!
Su mejor amigo le brindó
su abrazo
y ella le miró con ojos
diferentes;
se sintió dichosa y corrió
a sus brazos
y sintió sobre ella su
mirada ardiente.
La doncella rubia de los ojos
claros
despidió de su alma la
angustia y tristeza.
¡Cómo es el destino!
¡Qué caminos raros!
Aquï está mi príncipe
y soy su princesa!
¿Aquel de las rosas y
el bravo guerrero?
Son gratos recuerdos. Pero el
trovador,
el príncipe dulce, ¡El
que fue el primero!
Es en realidad el verdadero amor.